martes, 11 de enero de 2011

Recuerdas?

¿Te acuerdas del día en que nos conocimos? Yo ni siquiera me fijé en ti, por lo menos al principio.
Recuerdo que me invitaron a la fiesta a ultima hora, y ni tiempo tuve de ponerme mis mejores galas, llevaba puestos unos vaqueros rotos y una camiseta blanca debajo de un jersey muy gastado que casi nunca me ponía porque parecía un drogadicto sin hogar.
Recuerdo que cogí un taxi con tu hermana, que siempre me hablaba de ti, casi podría escribir una biografía tulla, y sin conocerte, que es exactamente lo que ella quería. Siempre estaba intentando emparejarnos, pero nunca me han gustado esas cosas, porque casi nunca salen bien. Yo siempre conseguí evitar todas sus tentativas, pero ese día ella me había dicho que estabas de viaje y que no podrías asistir, como es obvio, mintió.
Mientras subíamos en el ascensor me pregunto si tenía planes con alguna chica:
-No tía, yo solo vengo a pasármelo bien, no quiero complicar la noche y ademas, un colega con el que acostumbro a surfear me acaba de mandar un mensaje, así que dudo de que me quede mucho tiempo.
-Chaval, que estamos en Enero, y para este finde bajan las temperaturas.
-Ya, pero me tira mas el surf que las fiestas.
-Estas loco, se te van a helar las pelotas en el agua y van a sonar como cascabeles.
Los dos salimos del ascensor riéndonos por aquel comentario. La puerta del apartamento estaba abierta, y la fiesta ya tenía pinta de estar animada. En cuanto entramos por la puerta nos inundó un olor a comida rápida, la fiesta estaba muy animada, pero aun le quedaba mucho para ser una fiesta de las que hacen historia. La música era buena, como de los ochenta, o principios de los noventa, en aquel momento creo recordar que sonaba White Wedding, de Billy Idol, yo empecé a canturrearla dejando a tu hermana boquiabierta al ver que me la sabía entera, pero mas impresionado me quedé yo al ver que la única persona que la estaba disfrutando como yo lo haría si me hubiera bebido un par de copas eras tu, aunque en ese momento yo no sabía que tu eras tu. Solo eras una chica que tenia un buen gusto en música. 
El apartamento, que yo no sabía de quien era ni lo que estábamos celebrando, era grande, mas que grande, era amplio, un salón cocina todo abierto, con dos puertas al fondo que daban a los dormitorios y otra puerta que daba a una terraza con tumbonas y una barbacoa que estaba en desuso, y por la capa de oxido que tenia, jamas había sido utilizada. En la cocina había una mesa llena de botellas de licores de todo tipo y justo al lado otra pero llena de refrescos, obviamente eran las mezclas, que nadie estaba por beberse una pepsi a esas horas. Era de suponer que en la parte que estaba reservada para el salón, faltaba algún que otro sofá, una mesa de té y una tele donde ahora había una pista de baile mas bien vacía. La gente estaba reunida en grupos, charlando y bromeando, pero nadie bailaba, o al menos, nadie bailaba lejos de sus respectivos grupos, parecía que la gente aun non había bebido lo suficiente como para soltarse el pelo.
Yo me acerqué a la cocina y me serví un vodka con red-bull, era mi nueva mezcla, estaba enganchado al red-bull y me encantaba mezclarlo con vodka y un par de hielos.
Alguien me tocó el hombro un par de veces:
-Disculpa.
-Si? Me giré, y allí estabas, mirándome con esos ojos grandes como platos, como cuando un niño mira un escaparate de una confitería.
-Podrías pasarme la botella de jack? es que estas en medio, y no quería empujarte.
Me quedé pensando en si lo decías con mala leche o si estabas de broma.
-Tío, no te comas el coco, estoy de coña.  Dijiste mientras te servías un poco de jack daniels en un baso. Yo me quedé mirándote un rato, mientras volvías con tus amigas, tenías buen gusto en música, buen paladar y muy mala leche.
Sin darle mas importancia me dispuse a unirme a mis colegas, que habían llegado mucho antes que yo, incluso a día de hoy creo que ellos son los que empezaron la fiesta. Estaban todos reunidos frente a una tele,  donde estaban jugando a la play tres, al Gran Turismo 5. Yo estaba seriamente enganchado a ese juego, pero primero me dediqué a observarlos y ver el nivel de cada uno de ellos. Durante una hora o mas estuve sentado mirándoles, solo me levanté para ir al baño, o para ponerme otra copa. Al final me decidí, me senté en el sofá, cogí el mando y me dispuse a batir algún que otro record. La forma de jugar era muy simple: un coche, un circuito, tres vueltas, todos probamos suerte y el ganador elige coche y circuito.
Al principio me costó mantener el coche en la pista, sin mencionar lo de hacer trazadas limpias, en parte por que yo no estaba acostumbrado al mando, si no al volante, y en mayor medida por la cantidad de vodka que corría por mis venas. Aún así fue muy divertido, casi todos los circuitos me los conocía al dedillo y casi no tuve problemas para ir batiendo los records de mis competidores. Según fueron avanzando las rondas, unos lo dejaron y otros se unieron, dando mas emoción y vida al asunto, y poniéndome en apuros en algún que otro circuito, cosa que realmente me gustaba, quizás lo mas divertido era ver como nos recortábamos milésimas los unos a los otros. Al final después de varias horas jugando decidí dejarlo, antes de que se volviera mas serio.
Felicité a mis contrincantes, prometí revanchas y carreras on-line, después me fui otra vez a la cocina a por otro vodka, miré el reloj y me di cuenta de que no tendría cuerpo para surfear ese fin de semana si continuaba bebiendo, así que me dispuse a tomar un poco de aire fresco en la terraza y acompañarlo con trozo de pizza fría que quedaba, no sin antes hacer una visita al Señor Roca. Cuando llegue a la terraza una brisa fría de invierno me despejó la cabeza, hacía frío pero no llovía, ni siquiera estaba nublado, había estado así toda la semana, consiguiendo nevar en sitios donde antes nunca lo había hecho, incluso en algunas playas habían tenido la suerte de ver la nieve acariciar el mar. Suerte para unos y desgracia para otros, yo me encontraba en el primer grupo, mi trabajo no se veía afectado por las temperaturas, y menos por la nieve, cosa que encontraba divertida a mas no poder, siempre que podía me escapaba con algún amigo o solo a sacar fotos a las estampas navideñas o a deslizarme con bolsas de plástico por las cuestas abajo. Las vistas que yo estaba disfrutando en aquel momento no eran blancas ni navideñas pero eso no quiere decir que no fueran preciosas. La ciudad estaba en pleno apogeo, la gente que salía de restaurantes y que volvía a casa o se iba de bares, los que iban de bar en bar o los que salían a correr o a pasear al perro, todos con sus abrigos y bufandas, el frío no perdonaba, y como te despistaras podías acabar en la cama un par de días mínimo, que tampoco sería tan malo.
Desde aquella terraza se veía casi toda la ciudad, dividida en dos por un río ancho y negro, en el que navegaban barcos pequeños pero lujosos, me imaginaba que la gente se montaría unas bacanales a lo grande teniendo tanta privacidad, mejor que en un bar o en un apartamento, sin nadie que te moleste, siempre en continuo movimiento, sin vecinos a los que molestar. Todo un lujo. Rascacielos gigantes al fondo recortaban el horizonte con sus siluetas largas y altas, coronadas con luces intermitentes de color rojo para evitar que algún piloto despistado intentara sacar fotocopias de su avión.
Un portazo me sacó de mis pensamientos, eras tu, por tercera vez en el día que mis ojos se posaban en ti, y de cerca eras muy guapa, con tu pelo negro largo y unas gafas de pasta de color blanco que te hacían parecer sofisticada,  tenias puesto un jersey de lana de cuello alto de color azul oscuro que te quedaba ceñido al cuerpo, que te marcaba unas curvas de infarto de cintura para arriba, una fina cintura que daba paso a unos pantalones vaqueros que guardaban unas cadera anchas, pero no demasiado, bien contorneadas, unas nalgas firmes y muy apetecibles, me recordaste a Mariah Carey.
-Te vas a quedar ahí mirándome?- dijiste arrancándome de mis pensamientos.
-yo? no, por?
-Si, tu, que eres el único en esta terraza aparte de mi, a quien quieres que le hable?? a tu cubata?
-No sé.- me quedé sin palabras, y sin saber como reaccionar, tu te bebiste un trago de tu copa y te apoyaste en el balcón de la terraza.
-Tomando aire fresco? me dijiste mientras seguías con la mirada una ambulancia que cruzaba la ciudad a toda velocidad con luces y sirena encendidas.
-Si, es que dentro de unas horas se supone que tengo que estar surfeando.
Te giraste, me miraste de pies a cabeza con cara de non creértelo dijiste:
-Entonces lo que bebes es zumo de moras y tu balanceo es un baile nuevo, no?
-Pues no, pero tampoco estoy tan borracho.
-No sabría decirte, ¿crees que eres capaz de ponerte de pie en la tabla?
-Solo tengo una manera de saberlo, ¿te apuntas?
Te quedaste un momento callada, mirándome, con una sonrisa a medio acabar y levantando una ceja dijiste:
-Supongo que no perdería nada por ir, puedo aprovechar para dar un paseo, o sacar alguna foto.
-Entonces ¿a que hora te recojo?
Salimos de la fiesta juntos para poder concretar hora y lugar, y compartimos taxi, que pagaste tu ya que yo me quedé sopa casi al montarme, cuando llegamos a mi casa indicaste al taxista que esperase mientras me arrastrabas a casa, yo puse el reloj para la hora que habíamos acordado, y me quedé dormido en el sofá con la ropa puesta.
Me levanté al cabo de unas horas, con muchas ganas de dormir, pero mas ganas tenía de pasar una mañana en tu compañía, se me pegaban las legañas a los ojos como las garrapatas a la piel de los animales salvajes, intenté quitármelas como pude en una incursión rápida al baño. Me escurrí en la cocina y me preparé el desayuno, que disfruté como siempre, despacio y relajado, como a mí me gustaba, me tomé unas tostadas con mermelada acompañadas de un colaco bien grande y cargado, mientras reponía fuerzas sonó el timbre, cosa que era raro, porque vivía apartado del resto del pueblo, y casi nadie sabía donde vivía. Me levanté de la silla con mucho dolor en las rodillas mientras el timbre sonaba insistentemente.
-¡Ya voy leches!- Grité en un intento fallido por conseguir que el timbre dejara de sonar.
Al abrir la puerta me encontré contigo aplastando el botón del timbre como una cría, tenias una sonrisa malévola y se veía que disfrutabas, te invité a entrar y a desayunar conmigo. Accediste encantada ya que no habías desayunado en casa, ni siquiera habías dormido. Cuando el taxi te dejó en casa preparaste algo de comer, te duchaste y te pusiste en marcha.
En cuanto acabamos el desayuno bajamos al garaje, donde tu te enamoraste de mi descapotable, y me obligaste a darte las llaves. 
Conducías mi volkswagen beetle del '79 descapotable, te llegó al corazón, te encantaban los coches clásicos y aquel lo había restaurado yo en mis días libres, chapa, pintura e incluso el motor, desmontado pieza por pieza y vuelto a montar.
Eras la chica mas feliz del mundo, con la melena al viento, unas gafas de sol de aviador, el sol en tu cara, conduciendo un descapotable, y media tabla de surf que salía del asiento de atrás justo al lado de una cesta llena de bocadillos y una tortilla para medio ejercito. Al llegar a la playa, aparcaste el coche y te me preguntaste si podíamos quedarnos en el coche, la respuesta que te di no te gustó, pero habíamos quedado para surfear y sacar fotos y es lo que íbamos a hacer.
Bajamos a la playa bastante cargados, gracias a dios no había mucha gente en la playa y pudimos coger un sitio cercano al aparcamiento donde montar la sombrilla y extender un par de toallas, se suponía que también ibas a montar un trípode para la cámara pero el mar era un espejo, estaba tan liso que parecía un lago, yo me quedé sin surfear y tu sin poder sacarme fotos disfrutando de una mañana de olas, me sentí aliviado, dado que apenas había dormido y aun estaba algo borracho, me tumbé en una de las toallas, y me relajé a tu lado.
El día transcurrió tranquilo y lento, disfrutando de tu compañía y de la comida que tu habías preparado, viendo como la marea bajaba muy lentamente y dejaba a la vista unas rocas que unos pescadores aprovecharon. El sol se estaba poniendo, la poca gente que se había aventurado a pasar aquel frío día de Enero en la playa se marchaba. Las primeras estrellas empezaban a brillar tímidamente y una brisa se empezaba a levantar, iba a pedirte que nos fuéramos justo cuando una estrella fugaz cruzó el cielo.
-Eh! Mira, una estrella fugaz! pide un deseo anda.
Mientras veía como desaparecía hundiéndose en el mar formulaba mi deseo.
-Ya esta- Dije mientras te miraba de reojo, tu te acercaste a mí, y mientras acariciabas una de mis mejilla, me mordías el labio inferior en un tierno beso.
Ese fue el día en el que te conocí.

jueves, 6 de enero de 2011

Venganza

La ultima vez que estuve en este lugar me quedé con ganas de mas, pensando que con un día mas podría quedarme tranquilo:
F/S Shove it (el truco que parte tablas)
Photobucket
Frustración
Photobucket
Dolor
Photobucket
360 flip to fakie
Photobucket
necesito volver a ese lugar, es el único spot donde siempre queda algo pendiente.

Patinad mas!